Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

7 de mayo de 2017

EGO SUM OSTIUM OVIUM

Del Evangelio del Domingo del Buen Pastor A:

“Yo soy la puerta de las ovejas” 

(Jn. 10, 7)


La figura de la Puerta carga con una peculiar ambivalencia: expresa apertura en su sentido usual de amplitud, de anchura, como contrario a la estrechez, el encierro, la cerrazón.

Pero no menos dice todo lo contrario: donde hay una puerta hay un cierre, un límite, hay demarcación, hay configuración. La puerta acota y delinea una identidad. Y la preserva y protege. Custodia el cubículum, guarda el secreto, como el odre al vino. Esa es su ambivalencia, que justamente se salva de ser ambigüedad en la medida que resguarda y cela su paradoja, sus coincidentes opuestos.

Nada más oprimente, nada más asfixiante que el inmenso desierto sin contornos: ese laberinto perfecto. Como no hay trampa más grande, no hay religión más estrecha que aquella que desdibuje su identidad, derribe todos sus contornos y destruya su portal

(de la reflexión del Monasta erio del Cristo Orante)


Tímpano central de la Puerta de la Basílica Nacional de Luján en Argentina
Debajo de este relieve hay un texto que dice: 
AVE MARÍA FELIX, PORTA COELI 
(Salve, Feliz María, puerta del Cielo)

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