Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

6 de mayo de 2018

PRELUDIO AL SILENCIO

VERSOS A UN AMADOR DEL SILENCIO

El brillante escritor argentino Leonardo Castellani hilvana unos versos muy profundos en su exilio de Manresa 
(escrito el 8 de agosto de 1948)




PRELUDIO AL SILENCIO

No gastes al tuntún más estampillas
-aquí llamadas sellos-
ni tinta, papel, pluma, sobre y fósforo 
¡oh amador del silencio!.


No gastes tu literatura
con quien no entras en entendimiento.


A los que oír no quieren, no les grites,
ni discutas con los que tienen miedo
de la verdad, que la verdad es cosa
tan escasa y valiosa en estos
bienaventurados
tiempos
que no hay que desperdiciarla
con los a ella poco abiertos,
con los que no la hambrean día y noche
con fauces de silencio,
con los que no sabían -ni sabrán-
que tenías corazón en el pecho.


Déjalos,
el mundo es grande y Dios es nuevo.

Algo tendrás que hacer ¡oh duro! antes
de morir cuando no te has muerto...
Déjales la satisfacción cumplida
de saber que eso
no ha sido
culpa de ellos,
déjalos que se pierdan de tu vista
y de tu recuerdo,
piérdete de una vez y para siempre
en el silencio,
honra a tu Dios con la total ofrenda
del tranquilo silencio,
encláustrate en el claustro
que ya sabes interno,
y haz en ti
el silencio
también -y ante todo-
para dentro.
No envidies más a los felices
a los que saben, con sus anestésicos
pasar al lado del humano dolor,
mecanizados y siniestros,
suscitando despegos a su paso,
o haciendo iniquidades sin saberlo
y se van de este mundo, como dicen
las mamás a los niños al mecerlos:
si eres malo ninguno te querrá
sin que nadie quiera quererlos.
Y tú te irás y falta poco
y quiera Dios que sin hacer daño
ni siquiera
a un perro.
Surgen tantos recuerdos de mi infancia
que temo
no ande la muerte cerca
—digo temo por no decir espero—

Cacé ayer una cigarra
en un pino
como en aquellos tiempos
cuando niño solito y algo chúcaro
andaba al sol y al céfiro
como en el montecito
de mi pueblo,
o cuando bandeaba
de oído y sin solfeo
la marcha número uno de Spreáffico,
clarinete primero,
en los días de campo
del colegio.

Y veo el rostro de mi madre
y el día en que besé a mi padre muerto
y me asaltan congojas infantiles
del niño que en lo oscuro tiene miedo
y un ansia inexplicable
de echarme en un regazo inmenso...
Bien: éstos son romanticismos
y no son ni siquiera versos
¿Existirá el regazo? Es muy probable
yo así lo creo.
Nunca lo he visto y
tengo sueño.
¿Sueño? Y aún, a ratos, tengo
lo que es más raro: sueños...
Leonardo Castellani


No hay comentarios:

Publicar un comentario